Dentro de cada especie hay individuos diferentes. Como normalmente no se reproducen todos los seres vivos de esta especie, las características que tengan aquellos que se reproduzcan pasarán a la siguiente generación y así sucesivamente. Por ejemplo, el clásico ejemplo de las jirafas. Si las jirafas que tienen el cuello largo sobreviven mejor que las de cuello corto, se reproducirán más y en la siguiente generación habrá más jirafas de cuello largo en proporción que las de cuello corto y así sucesivamente.
Por mutaciones del ADN al azar. Dentro de una población de seres vivos cada uno de ellos puede sufrir una mutación en alguna parte del ADN que luego se exprese como alguna proteína. Si ese cambio le beneficia como individuo y lo ayuda a ser más competitivo y adaptarse mejor al medio y, además, logra que esa «mejora» pase a la siguiente generación y se convierta en una característica heredable, entonces se produce la evolución de esa especie.
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